Deseo comenzar este breve artículo con una cita de Kierkegard que decía algo que considero sumamente acertado “La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”.
Nuestra sociedad y especialmente los integrantes de las distintas administraciones gubernamentales, con unas pocas excepciones personales de sus respectivos integrantes, se han caracterizado por tratar de explicar nuestros problemas actuales, llevando a cabo un permanente revisionismo histórico.
La historia puede servirnos como sociedad para comprender, respetando el contexto socio cultural y temporal en que se desenvolvieron los acontecimientos transitados, con la finalidad básica de no reiterar errores.
Nuestra sociedad no logra mirar hacia adelante y somos reiterativos en caer en la comisión de los mismos errores. Será casualidad o la causalidad de lo que nos sucede y el estado de decadencia en que nos encontramos como tal.
Sólo por citar a algunos ejemplos, podemos mencionar la cultura de la irascibilidad, que nos conduce a la creencia de que quien más grita o insulta es quien tiene la razón. Como sociedad hemos dejado en el olvido la discusión de ideas en el marco de un relacionamiento respetuoso y de consideración por el otro.
Hemos perdido la capacidad de escuchar y del debate.
Sólo nos interesa relacionarnos, leer o escuchar nuestras propias palabras o a quienes comulgan con nuestras ideas. Que terrible empobrecimiento personal, cultural y social.
Como sociedad debemos poner el acento en la educación y el bienestar de los ciudadanos. No digo del soberano, para no dar lugar a un debate revisionista estéril sobre la figura de Domingo Faustino Sarmiento. Pero no puedo omitir reconocerle que fue el primero en preocuparse en llevar la escuela pública a cada rincón de nuestro país.
Todo el esfuerzo en los debates públicos, en la elaboración de los proyectos legislativos y programas de gobierno deben necesariamente coincidir en estar direccionados al logro de los dos objetivos planteados.
Los desafíos que deberemos enfrentar como sociedad hacía el futuro son de una magnitud tal, que todos deberíamos decir basta al modelo socio cultural que nos han impuesto en las últimas décadas.
Dejo librado a la consideración de cada uno fijar el hito temporal del comienzo de la decadencia argentina.
Todos y cada uno de los actores de la vida pública en nuestro país deberían tomar conciencia de que ya no nos queda mucho espacio para frenar la decadencia. La que se expresa en distintos órdenes.
Educativo, económico, social, sanitario, pésima asignación de los recursos públicos, penetración del narcotráfico, corrupción, incapacidad de crear nuevas fuentes de trabajo en el sector privado.
Si no logramos que los jóvenes regresen a una escuela de calidad, ni valoren ser emprendedores o trabajadores en relación de dependencia sí lo prefieren. En ambos supuestos debidamente capacitados, habiendo adquirido las competencias que el mundo actual y futuro demandan, nos quedaremos sin futuro y sin ilusiones.
No quiero ni puedo dejar de soñar con un futuro mejor.
Mg. Jorge Luis Ginzo
